Argentina. La justicia falló a favor de los empresarios: El Bauen en peligro


La historia comienza en 1976 y no es muy original: un empresario pícaro con aceitados contactos con la Armada de Massera, pide un crédito del estado de 37 millones de dólares para construir un hotel de lujo en el centro de la ciudad.
El crédito es otorgado por el entonces Banco Nacional de Desarrollo (BANADE), el hotel es construído en tiempo record y se inaugura para el mundial de fútbol. Un negocio brillante, sobre todo si se tiene en cuenta que las ganancias producidas por la explotación del hotel no se destinaron al reembolso del préstamo inicial sino a la construcción de otros dos hoteles: el BAUEN-Suites (sobre la calle Corrientes, a la vuelta del primero) y Bauen-Ressorts, en Brasil.
Pero la época de las vacas gordas no dura muchos años. Con los 90 llega la recesión y el hotel deja de ser un buen negocio. Los dueños lo "venden" a un misterioso grupo chileno que luego de algunos intentos fallidos pide su propia quiebra. El Bauen queda abandonado y sus trabajadores en la calle. Y un nuevo grupo empresario compra el hotel quebrado y abandonado.
Pero sucede que el "nuevo grupo empresario", (que ahora se llama Mercoteles SA) no es otro que el viejo grupo empresario que construyó el hotel con créditos públicos nunca devueltos. Y sucede también que, en el medio de todo este proceso de quiebra y "cambios" de dueños, un grupo de los trabajadores despedidos, recupera el hotel y lo pone en funcionamiento nuevamente. Enmarcados dentro del Movimiento Nacional de Empresas Recuperadas, se constituyen en cooperativa bajo el lema de "Ocupar, Resistir, Producir".
No fue una tarea sencilla para esta veintena de pioneros: el hotel había sido saqueado por sus propios dueños y había que empezar prácticamente de cero. Y empezaron. Primero se habilitó un salón para fiestas y convenciones, después, poco a poco, se fue acondicionando el resto. Costó mucho trabajo y más de cinco millones de pesos que lxs trabajadores cooperativistas invirtieron de las ganancias que legítimamente les correspondían.
Hoy el hotel ocupa a 160 trabajadores (y puede seguir creciendo). Hoy, Buenos Aires es una estrella del turismo mundial y el Bauen vuelve a ser un negocio redituable. Hoy, los antiguos/nuevos dueños reclaman en la justicia la propiedad del negocio y la justicia debe decidir entre una empresa que vació, quebró, saqueó y abandonó el hotel y una cooperativa de trabajadores que, prácticamente de la nada, lo recuperó y transformó en un espacio para toda la sociedad.
Y la justicia falló. A favor de los empresarios, por supuesto.
Ahora, los trabajadores reclaman una ley de expropiación que les permita seguir trabajando. Saben que, con la justicia en contra, el desalojo violento es solo cuestión de tiempo. Diputados y senadores tienen la palabra. Y, por supuesto, todos nosotros, en la calle, para que nadie dude de que el Bauen es de sus trabajadores...y al que no le gusta, se jode, se jode.